Salmoral, 1905: los protagonistas
Dejamos los sucesos acaecidos en Salmoral en el año 1871 y volvemos a ocuparnos de la historia que tuvo lugar un tiempo después, en 1905.
Os recuerdo de qué va la cosa: en aquel año se celebraron elecciones municipales en España y en Salmoral, como en tantos otros lugares, dos bandos enfrentados no dieron tregua en sus intentos de llevarse el gato al agua, esto es, de conseguir los votos que les otorgaran la victoria. Lo curioso de aquello es que el enfrentamiento debió ser de tal nivel que ocupó páginas y páginas en los periódicos provinciales. Y que terminó con el cura párroco de la localidad, don Nemesio Alonso, en el banquillo de los acusados por haber, supuestamente, intentado matar al Luciano, un mozo del pueblo que armaba jarana en la plaza mientras en la iglesia tenía lugar la novena de ánimas.
Casi nada, paisanos, casi nada.
Os contaba allá por mayo de este año que desconocía los nombres de buena parte de los implicados. A saber, el cura era don Nemesio, eso estaba claro. Y el médico, gran rival del sacerdote, don Enrique Almeida. Eso se sabe por las cartas que este último publicó en los periódicos y de las que se deduce que el cura y alguien del pueblo, el "eterno cacique de aldeas", eran un bando, mientras que el otro, el de los liberales que buscaban el "progreso de los pueblos" lo formaban el mencionado médico, el juez y el alcalde.
Pues bien, finalmente he encontrado el "quién es quién" de esta historia. Gracias a otra carta, esta vez del señor cura don Nemesio -meses después de su paso por el banquillo y antes de dejar la parroquia de Salmoral-. La carta se publicó en La Voz de Peñaranda, mítico periódico de la comarca.
Esta misiva es muy larga, por eso no la voy a reproducir entera. Se publicó el 18 de noviembre de 1905 y se titula "Gratitud", aunque el artículo en el que se recoge se llama "Digno de imitarse". En resumen: es una gran loa de La Voz de Peñaranda primero y de don Nemesio después a los prohombres peñarandinos que intervinieron en la trifulca salmoraleña para poner paz en el asunto.
Así, por ejemplo, dice: "alecciónense los pueblos con la conducta leal y noble de los salmoraleños; acudan siempre que el caso sea grave y dudoso a los que por su recta conciencia y probada dignidad están siempre dispuestos a dar preceptos y normas libres de todo egoísmo y solamente encaminadas a buscar la paz y bienestar de los pueblos, desechando de su seno rivalidades y pequeñeces que entorpecen su progreso, su moralidad y su economía".
"Una densa nube preñada de rayos de ira y de odio cerníase
sobre Salmoral en los días que precedieron a las elecciones municipales. Dos
partidos apostábanse a la lucha. Nadie podía prever lo que acontecer pudiera.
Todos los días y a todas horas venían por sus calles grupos de uno y otro
bando, que sin cesar se agitaban, para obtener votos con que alcanzaran el
triunfo".
Las elecciones municipales fueron el 12 de noviembre, añado. Por lo que se deduce de la carta, viendo que la situación se tornaba peliaguda -y probablemente en contra de sus intereses-, el mandamás local, que a la sazón era Julián García Delgado, alias Tayuya, acude a los prohombres peñarandinos y diputados provinciales Eustaquio Ávila y Fernando Sánchez Peña, para que llamen al orden al bando contrario, integrado, como ya sabemos, por el médico, don Enrique Almeida, por el juez, que era Juan Timoteo Plaza, y el alcalde, don Emeterio Méndez.
Así el día anterior a las elecciones, el 11 de noviembre, tuvo lugar una reunión en casa de don Eustaquio Ávila, en Peñaranda de Bracamonte:
Reunense en casa de don Eustaquio Ávila el sábado 11,
víspera de las elecciones, el ya citado Julián García, acompañado de Fernando
Sánchez como de su hombre bueno, Juan Timoteo Plaza quien da amplios poderes
para la transacción a don Eustaquio y como representante de Emeterio Méndez
asiste el acaudalado y simpático joven don Francisco Gómez de Liaño. Todos a
porfía hacen cuantas concesiones pueden y que son compatibles para que su
dignidad quede a salvo, siendo menester muy pocos instantes para que las
condiciones de la paz fueran propuestas y aceptadas. Hízose pues un compromiso
que luego todos han cumplido hasta el presente.
Nótese que el alcalde, Emeterio Méndez, no asistió, sino que estuvo representado por otro conocido peñarandino de la época, Francisco Gómez de Liaño, y que el juez, Juan Timoteo Plaza, le dio poderes al anfitrión de la reunión. Al médico no se le menciona, así que deducimos que no estuvo. Por tanto, la supuesta reunión de los dos bandos no fue estrictamente tal.
En esa "reunión", como se puede leer, se llegó a algún tipo de acuerdo para que la sangre no llegara al río (y me temo que esta frase puede ser literal), aunque, con probabilidad, el alcalde, médico y juez no estuvieron muy conformes, y de ahí su ausencia. Un ajo y agua de manual, perdonadme la expresión.
Y sí, como siempre, seguiremos informando...
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