El motín de Salmoral del año 1871


El triste presente y desolador futuro que, en general, viven nuestros pueblos es la máxima expresión de aquel dicho que afirma: "entre todos la mataron y ella solita se murió". Al menos esa es la conclusión a la que servidora llega en cuanto rebusca un poco por la historia de este nuestro municipio, Salmoral, que puede ser ejemplo de la historia de otros tantos lugares repartidos por la hoy conocida como España vaciada. 

Os cuento la historia de la entrada de hoy y os pongo en antecedentes. En el siglo XIX se produjeron varias desamortizaciones, la más conocida la de Mendizábal. Por desamortización entendemos la expropiación por parte del Estado de los bienes que se habían acumulado a lo largo de los siglos en las denominadas "manos muertas" (Iglesia, órdenes militares, etc) y su venta al mejor postor. Con ese dinero el Estado se dedicó a satisfacer sus títulos de deuda y quitarse acreedores de encima. 

Así de primeras la idea no era mala. Arrebatar bienes a quienes no los usaban (ni producían a la sociedad ningún beneficio con ellos) para intentar que pasaran a generar actividad económica. Y de paso saldar algo de la deuda histórica de este país. 

El problema, como siempre en España, es que no se hizo con cabeza. Se quitaron los bienes (tierras y edificios) a unos para que terminaran concentrados en las manos de otros, muy similares a los anteriores. Esto es, no se aprovechó la ocasión para dotar a los pequeños, sino que se siguió aumentando la riqueza de los grandes. Porque solo unos pocos podían permitirse comprar esas tierras e inmuebles para después especular con ellos y al Estado lo que le interesaba era conseguir dinero, sin más miramientos. 

La situación empeoró aún más cuando las desamortizaciones afectaron también a los bienes comunales de los municipios. Muchos campesinos se quedaron sin lugar para pastorear, para conseguir leña o para cultivar y eso acentúo aún más la emigración que se dio en España a finales del siglo XIX. Esta desamortización, la de Madoz, fue años después (1924) anulada, pero ya era tarde para muchos que se habían arruinado al pasar las tierras de su pueblo a manos privadas. 

Además se considera que esa desamortización produjo el mayor desastre ecológico de la historia reciente de España, al provocar la deforestación de miles de hectáreas de monte para destinarlas al cultivo intensivo de cereales. 

Y ahora viajamos al Salmoral de finales del año 1871. Hace frío en España en aquellos días del fin del otoño, los periódicos informan de la congelación del Ebro a su paso por Zaragoza y de temperaturas que no superan los 6 grados en Madrid. Un invierno que se presagia duro y complicado. Pero en Salmoral los ánimos están encendidos, precisamente por la entrega de una finca "de bienes nacionales" a su nuevo propietario. Los periódicos de la provincia no informan de la noticia y hay que irse a un periódico nacional -La Correspondencia de España- y a uno de Gerona - La Lucha (del partido Liberal)- para encontrar una pequeña reseña de lo que pasó. 

La primera noticia es del 14 de diciembre, en la que se informa de un motín de los vecinos de Salmoral contra un "rematante de bienes nacionales a quien el juez fue a dar posesión de una finca". El alboroto debió ser tal que tuvo que intervenir la Guardia Civil y hubo varios heridos. De hecho, al día siguiente, el 15 de diciembre se informa de la presencia del Gobernador de Salamanca en Salmoral para poner orden ante lo sucedido y dos días después, el 17, de la destitución de todos los integrantes del Ayuntamiento y sus sustitución por otras personas. 

Es sencillo darse cuenta de lo que sucedió. Con probabilidad los salmoraleños de 1871, apoyados por sus dirigentes municipales, se sublevaron ante la pérdida de las tierras comunales, y de su entrega a manos privadas, a ese "rematante" (las tierras se subastaban) que a partir de ese momento se quedaba con lo que era la riqueza de todos. 



No se puede evitar sentir cierto orgullo al pensar en aquellos paisanos que se enfrentaron a la autoridad, y que a buen seguro pagaron caro su atrevimiento, para protestar por el robo de lo que era suyo. 





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