Un Caballo en América y una canción del Boss

La aventura de unos cuantos valientes salmoraleños que en las primeras décadas del siglo XIX decidieron cruzar el charco y plantarse en los Estados Unidos ya está contada de forma magnífica en este reportaje de Manuel Muñoz colgado en la Web de Salmoral. Pero si lo traigo hoy a colación es porque entre los que se marcharon figuraba Nicolás García Caballo, y ya sabéis que los Caballo de Salmoral son mi principal línea de investigación.

Nicolás García Caballo nació en Salmoral el 6 de diciembre de 1885. Nació el día de San Nicolás, así que no tuvieron dudas para bautizarle. Era hijo de Estefanía Caballo Nieto y de Sebastián García García, nieto, por tanto, de Pablo Caballo y primo de mi bisabuela Leonarda. En los registros de Ellis Island figura como casado, pero no he encontrado su partida de boda, por lo que deduzco que se casó en otro pueblo.

Registro de entrada en Ellis Island



Sus padres tuvieron más hijos. En la partida de defunción de Estefanía Caballo (murió en 1910 a los 48 años) figuran como vástagos Nicolás, Pablo, Miguel, Petronila, Rufina, Juan Francisco y Lorenza. Por cierto, que Estefanía Caballo otorgó testamento ante el notario del pueblo Francisco González Bautista.

A finales de 1920 Nicolás García Caballo decide, junto a otros cuantos hombres de Salmoral, emprender la aventura americana. Así, partieron del puerto de Vigo y llegaron a la famosa Ellis Island en Nueva York el 16 de diciembre de 1920. ¿Cómo fue aquella llegada? ¿Qué pensarían al ver la Estatua de la Libertad? Es inevitable recordar aquí la maravillosa escena de la segunda parte de El Padrino:




Los muchachos de Salmoral hicieron la travesía del Atlántico en el barco Henry R. Mallory, que cuenta con página propia en la Wikipedia. Y es que este buque de la compañía Mallory Lines fue confiscado por el ejército estadounidense durante las dos guerras mundiales, hasta que fue hundido en 1943.

Lo que sucedió después con Nicolás y otros tantos de los que marcharon es un misterio. Su destino final era la ciudad de Younstown, en Ohio, donde los hornos de fundición necesitaban mano de obra. Los steelworkers, o trabajadores del acero, llegaron por miles a aquella ciudad.

Trabajador en un horno de Youngstown

Como dato final, Bruce Springsteen tiene una canción dedicada a la ciudad de Youngstown, sus hornos de fundición y los trabajadores que allí se dejaron sus mejores años para fabricar las armas del ejército americano en diferentes guerras.

 

"Youngstown" 

Here in northeast Ohio 
Back in eighteen-o-three 
James and Dan Heaton 
Found the ore that was linin' Yellow Creek 
They built a blast furnace 
Here along the shore 
And they made the cannonballs 
That helped the Union win the war

 Here in Youngstown 
Here in Youngstown 
My sweet Jenny I'm sinkin' down 
Here darlin' in Youngstown 

 Well my daddy worked the furnaces 
Kept 'em hotter than hell 
I come home from 'Nam worked my way to scarfer 
A job that'd suit the devil as well 
Taconite coke and limestone 
Fed my children and make my pay 
Them smokestacks reachin' like the arms of God 
Into a beautiful sky of soot and clay 

 Here in Youngstown 
Here in Youngstown 
Sweet Jenny I'm sinkin' down 
Here darlin' in Youngstown 

 Well my daddy come on the Ohio works 
When he come home from World War Two 
Now the yard's just scrap and rubble 
He said "Them big boys did what Hitler couldn't do." 
These mills they built the tanks and bombs 
That won this country's wars 
We sent our sons to Korea and Vietnam 
Now we're wondering what they were dyin' for 

 Here in Youngstown 
Here in Youngstown 
My sweet Jenny I'm sinkin' down 
Here darlin' in Youngstown 

 From the Monongahela valley 
To the Mesabi iron range 
To the coal mines of Appalachia 
The story's always the same 
Seven hundred tons of metal a day 
Now sir you tell me the world's changed 
Once I made you rich enough 
Rich enough to forget my name 

 And Youngstown 
And Youngstown 
My sweet Jenny 
I'm sinkin' down 
Here darlin' in Youngstown 

When I die I don't want no part of heaven 
I would not do heaven's work well 
I pray the devil comes and takes me 
To stand in the fiery furnaces of hell

De toda la canción, que cuenta los sinsabores de un trabajador de los hornos de fundición y como en ellos se crearon armas para las guerras, me quedo con la estrofa final: Cuando muera no quiero ser parte del cielo, no quiero trabajar allí, rezo para que el diablo venga y me lleve, para trabajar en los fieros hornos del infierno. 

Un recuerdo para todos aquellos salmoraleños que a buen seguro se deslomaron trabajando en aquellos hornos infernales. 







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