¿Por qué Salmoral se llama Salmoral?

Debajo de las faldillas de la mesa de mis abuelos se escondían muchos secretos. Las estampitas de santos, viejas fotografías o recortes de periódicos convivían con notas manuscritas de mi abuelo (con su preciosa letra victoriana) y también con programas de las fiestas de San Roque de años atrás. Un mundo fascinante para una niña que pasaba allí las tardes de los domingos, a la estufa, merendando, mientras los mayores hablaban de sus cosas y en la tele echaban alguna película clásica.

Conservo uno de esos programas de fiestas antiguos. No sé de qué año es porque no tiene portada, pero los anuncios (la mayoría de bares de Madrid) y los actos previstos (concurso de jotas en el baile nocturno) indican que cuando yo lo descubrí ya era antiguo. Años 60 o 70 del siglo pasado, probablemente.


En este programa de fiestas fue donde aprendí que Salmoral deriva de 'Salmuera' que significa 'sal' y que el pueblo se llamó así porque su origen fueron unos asaladeros de carne para las tropas de Castilla durante la Guerra de Flandes. De pequeña me creí esta versión sin dudas y así la repetía siempre que alguien preguntaba que de dónde venía lo de Salmoral.

Por cierto, aprovecho para hacer el inciso debido: no es San Moral, por Dios y por San Roque. Que exista San Morales no significa que nosotros seamos el singular de ese santo. Que no. Salmoral. No es tan difícil.

Continúo. Estábamos en la Guerra de Flandes. Cuando fui creciendo, y estudiando, la teoría de los asaladeros de carne comenzó a resquebrajarse. Más que nada porque las peleas con los flamencos del norte duraron 80 años entre los siglos XVI y XVII y el pueblo ya existía por entonces (prueba de ello es nuestra iglesia, edificada sobre otra anterior). Imposible que naciera y que se le bautizara en aquella época. Tenía que ser anterior.

La realidad es que el topónimo Salmoral, que es cierto que procede de 'salmuera' o 'salmuria' viene a indicar un lugar en el que hay agua con fuerte mineralización.

Porque sí, somos de los pocos pueblos que no nacieron al lado de un río, pero a charcas no nos gana nadie. Ni a acuíferos. En épocas lluviosas los arroyuelos corren, los manantiales manan, valga la redundancia, y las lagunas se llenan de vida. Y ahí, en esa bendición en forma de agua, está el origen del pueblo.





Continuará...


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